Los maestros de los siglos XIX y XX

En la primera mitad del siglo XIX surgieron los primeros compositores nacionales de importancia, junto a algunos extranjeros relevantes que desarrollaron su obra en el Uruguay. Luis Preti (1826-1902), nacido en Francia, creo el primer cuarteto de cuerdas y fundo la Sociedad Filarmónica, además de componer piezas sinfónicas y obras para canto y piano.

El músico de origen húngaro Francisco José Debali (1791-1859), autor de la música del himno nacional uruguayo y director de la orquesta de la Casa de Comedias, escribió sinfonías, conciertos, obras religiosas, motetes, danzas de salón y marchas. Asimismo destacaron los compositores uruguayos Oscar Pfeiffer y Dalmiro Costa.



Escribió sinfonías, conciertos, obras religiosas, motetes, danzas de salón y marchas. Asimismo destacaron los compositores uruguayos Oscar Pfeiffer y Dalmiro Costa.


A finales del siglo XIX sobresalieron tres compositores que fueron los precursores del nacionalismo musical de las décadas siguientes: Tomas Garibaldi (1847-1930), León Ribeiro (1854-1931) y Luis Sambucetti (1860-1926). Primeros músicos profesionales del país, tuvieron una importante trayectoria como docentes y formadores de los músicos de generaciones futuras. Sambucetti, reconocido como el mayor maestro del periodo, fundo el Instituto Verdi y difundió la música culta a través de la dirección orquestal y por medio de sucesivos conjuntos de cámara creados por el, además de fundar la primera Orquesta Nacional.

Como compositores, Giribaldi y Ribeiro incursionaron en géneros diversos, utilizando frecuentemente temas nacionales como argumento de sus obras. Garibaldi compuso una Marcha a Artigas y Ribeiro narro un drama carnia en Piropea.



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Cielito y pericón

La región del Río de la Plata estuvo siempre abierta a los cambios culturales, lo cual explica que los bailes tradicionales evolucionaran rápidamente y adoptaran nuevas formas con los diversos aportes inmigratorios. Por eso, bailes que fueron formas vivas de expresión entre la gente del campo se olvidaron totalmente para constituir en la actualidad simples referentes antropológicos, al perderse una forma de vida y de cultura campesina.



Dos ejemplos de este fenómeno son el cielito y el pericón. Durante las luchas por la Independencia, el cielito adquirió forma de canción y paulatinamente comenzó a bailarse. Se volvió, como tal, muy popular, y sus letras tenían animo propagandístico y patriótico.

El pericón tiene una larga historia que lo bueno de los bailes en estancias y pulperías a los salones ciudadanos. Algunos musicólogos como Fernando Assuncao consideran fuera de lugar la denominación de baile nacional para el pericón, que solo se mantiene vivo en las fiestas escolares.



En el sustrato hispánico y el componente negro se insertaron en el siglo XIX el vals y otras danzas procedentes de Europa, como la mazurca, la polca, el chotis y la hispano cubana habanera.

Sobre estos aluviones se conformaría mas tarde el tango, hermano de la milonga, cuya vigencia como baile y forma musical se mantiene. De las danzas la única viva es el candombe, que evoluciono de una expresión netamente folclórica a un genero musical que suele fusionarse con formas modernas como el rock.



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